Las reglas del gusto

David Hume – Ensayos morales, políticos y literarios, XXIII, c. 1745

La práctica es tan útil para distinguir la belleza que, antes de poder juzgar cualquier obra importante, siempre será necesario examinarla con atención más de una vez y estudiarla desde diferentes puntos de vista con cuidado y reflexión. Al examinar por vez primera cualquier obra se produce una agitación y urgencia del pensamiento que confunde el auténtico sentimiento de la belleza: no se distingue la relación entre las partes; se identifican poco las verdaderas características del estilo; las distintas perfecciones y defectos parecen envueltos en una especie de confusión y se ofrecen de forma indistinta a la imaginación. Por no hablar de una especie de belleza que, por ser vistosa y superficial, gusta de inmediato pero luego, al revelarse incompatible con una justa expresión tanto de la razón como de la pasión muy pronto cansa al gusto y por tanto es rechazada con desprecio, o al menos considerada de valor muy inferior.

(Extracto de Historia de la Belleza, Umberto Eco, editorial Lumen)

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