
Apolíneo y dionisíaco
Según la mitología, Zeus habría asignado una medida apropiada y un justo límite a todos los seres: el gobierno del mundo coincide así con una armonía precisa y mensurable, expresada en las cuatro frases escritas en los muros del templo de Delfos: “Lo más exacto es lo más bello”, “Respeta el límite”, Odia la insolencia”, “De nada demasiado”. En estas reglas se basa el sentido general griego de la belleza, de acuerdo con una visión del mundo que interpreta el orden y la armonía como aquello que pone un límite al “bostezante caos” de cuya garganta brotó, según Hesíodo, el mundo. Es una visión que cae bajo la protección de Apolo, quien junto a las musas está representado en el frontón occidental del templo de Delfos. Pero en el mismo templo (que se remonta al siglo IV a.C.) en el frontón oriental opuesto, está representado Dionisos, dios del caos y de la desenfrenada infracción de todas la reglas.
Esta presencia conjunta de dos divinidades antitéticas no es casual, aunque no ha sido tratado hasta Nietzsche, en la edad moderna. En general expresa la posibilidad, siempre presente y periódicamente reconocida como verdadera, de una irrupción del caos en la bella armonía.
(Extracto de Historia de la Belleza, Umberto Eco, editorial Lumen)